Japón

Japón es un país que te impacta en cuanto lo pisas, es un exceso de luces, de información, de sonidos, de consumo y de prisas, pero manteniendo un nivel de limpieza, educación, seguridad y orden que parece imposible.

Con todas las cosas bonitas y curiosas que ver, y con lo bien que nos han tratado durante toda nuestra estancia, os podéis imaginar que he salido más que encantada del viaje, y que si no fuese por el coste y la graaaan distancia (casi dos días de viaje entre unas cosas y otras) es un país digno de visitar con regularidad. Al menos yo lo haría.

Japón no es lo que esperas, siempre hay una faceta que te sorprende, y en mi caso fue la de la naturaleza. Esperaba encontrar más polución, cielos grises y edificios por doquier, cuando hay muchísimos parques y muy bien cuidados, y cuando te alejas un poco de las grandes ciudades hay montes cubiertos de densos bosques. A destacar el Shizen Kyoiku-en, un parque asilvestrado en mitad de Tokio, en el que al pasear crees estar perdida en mitad de un bosque y no en medio de la ciudad más grande del mundo.

Me puedo enrollar a contar todas las cosas maravillosas que he visto, pero me voy a centrar en el tema de las manualidades y las labores, que toca más con este blog además.




Como visitamos varios lugares y no quería cargar demasiado al principio del viaje, mis incursiones en tiendas de manualidades se limitaron a Tokio (aunque hubo una tienda de telas en Osaka en la que me hubiese quedado a vivir)

Y de todas las tiendas, la que más visité, más me gustó y que por suerte o por desgracia caía cerca de nuestro alojamiento fue Okadaya. Antes de nada, hay que avisar que es común que las tiendas en Tokio ocupen edificios enteros. Aun así, nada te prepara para tienda de 6 plantas dedicadas a la mercería, con otra tienda de la misma casa enfrente con 6 plantas de diferentes tejidos.

Okadaya es el paraíso de las labores, como le comenté a una de las dependientas. Por cierto, muy agradables todas, y siempre hay alguien que va a poder hablar contigo en inglés. Prácticamente ninguna tienda permite que se hagan fotos en el interior, así que sólo pude hacer estos robados.






De aquí se vinieron conmigo unos cuantos libros, algunos con labores muy difíciles de encontrar, pero que allí podías hasta elegir entre diferentes libros.
Todos los tipos y colores de hilos, cremalleras, botones, elásticos ... el material que tengas en mente para una labor, si existe tiene que estar en esta tienda. Una maravilla.

La otra visita imprescindible era Nippori, el barrio textil de Tokio. Un lugar la mar de agradable que tiene una larga calle con comercios a ambos lados de telas y ropa a medida. Y no es corta la calle precisamente.
De este barrio por desgracia tengo pocas fotos por una combinación de las prohibiciones de las tiendas para hacer fotos y de mi propio desenfreno cuando me vi rodeada de tanta tela.









A destacar la casa de telas Tomato, que son como 6 tiendas (de varias plantas cada una) repartidas a lo largo de la calle y con una temática diferente cada una.

El modo de compra casi siempre es el mismo, las telas están todas a tu alcance, las miras y aprecias lo que quieras, y si te gusta alguna, coges la bala de tela y la llevas hasta una mesa donde te cortan la cantidad que quieras (funcionan con sistema métrico, así que genial) Es importante saber que tienes que coger tú misma la bala de tela, porque si llevas idea de comprar muchas telas (y lo vas a hacer si llegas allí) es interesante llevarte alguien que te haga de porteador, jeje.

Para que veáis alguna de las maravillas que os podéis traer de vuelta a casa:






Por último, os dejo unas imágenes de uno de los kimonos que había expuestos en el Museo Nacional de Tokio, con unos bordados a mano que te dejan con la boca abierta.




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